¿Las casualidades existen?

Sheila Alcocer
3 min readJun 9, 2021

¿Qué probabilidades hay de encontrarnos con alguien conocido en el lugar más recóndito del planeta? Pensar “si aquí no nos conoce nadie” y de repente oír cómo te llaman por tu nombre en un perfecto castellano.
¿Cuál es la posibilidad de encontrar un pendiente perdido en mitad del campo? Hallarlo, sin embargo, y dinamitar aquel refrán que dice: es como buscar una aguja en un pajar.
¿Qué oportunidad tenemos de conseguir nuestro más inalcanzable sueño? Seguro que a todos nos han dicho la mítica frase de “estar en el lugar correcto en el momento adecuado”.
¿Qué posibilidades hay de estar pensando en una persona de la que llevas mucho tiempo sin saber nada y que te escriba en ese mismo momento? También estoy segura de que a todos nos ha pasado alguna vez.
Poniéndonos en el más puro ejemplo de azar, ¿cuáles son las probabilidades de que nos toque la lotería? Si bien, todos conocemos a una persona (ya sea conocido de un conocido) que alguna vez ha sido la afortunada.
¿Y cuál es la esperanza de volver a coincidir con ese amigo de la infancia al que tanto queríamos y que el tiempo distanció? Y tantas son las historias de gente que se ha reencontrado con su persona favorita...

Podría poner tantos y tantos ejemplos que no terminaría nunca. Porque casualidades o fenómenos inexplicables hay tantos como personas en el mundo. Si atendemos a la definición de la RAE de ‘casualidad’ encontramos que es la combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. ¿Entraría en juego entonces la ‘suerte’? Si buscamos también su definición, tanto en su primera como en su segunda acepción, podemos encontrar la palabra ‘casual’ y ‘casualidad’. Pero no sólo eso, sino que, además, casualidad es uno de los sinónimos de ‘suerte’.

Para los más escépticos diré que una parte de mí piensa que las personas relacionamos hechos y palabras para buscar ese ente familiar que nos haga sentir seguros. Y lo llamamos casualidad. Porque es más fácil pensar que tu cerebro ha relacionado ‘algo’ a pensar que el universo entero se ha confabulado para que ‘ese algo’ totalmente improbable te suceda. Cuántas veces nos ha pasado que acabamos de descubrir un término nuevo e inmediatamente después no paramos de toparnos con él por todos lados, aunque antes de eso (según creemos) no lo hayamos escuchado jamás en la vida.
Seguramente lo habremos oído, pero nos habrá pasado totalmente desapercibido como otras tantas cosas de la vida, y hasta que no reparamos en ello y le damos sentido y espacio en nuestra mente, lo escucharemos como quien oye llover.

En cambio, otra parte de mí, más espiritual o cósmica podríamos decir, piensa que sí existen las casualidades como instrumento utilizado por el destino, para hacernos sentir que estamos vivos, para sacudirnos y despertarnos de nuestro letargo. Otra cosa es lo que hagamos con ellas o el crédito que les demos. Porque el destino nos puede poner delante la casualidad más grande de nuestra vida, pero nosotros decidimos si ese tren ya ha pasado y se queda en una mera anécdota o si, por el contrario, nos subimos al vagón sin mirar atrás.

Me gusta mucho la frase de la enfermera londinense Florence Nightingale, considerada creadora del primer modelo conceptual de enfermería, que dice así: “lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él”.

Por su parte, Ha*Hash y Melendi dicen que ‘algunos lo llaman destino y otros prefieren llamar casualidad’.

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