Despertar

Sheila Alcocer
4 min readMar 17, 2021

Hace mucho tiempo que no escribo, y más aún que no publico. Y hoy me he parado a pensar por qué, con lo que me gustaba y lo bien que me sentía.

Creo que no hay una sola respuesta, como todo en esta vida, podéis pensar; y es que, ¿cuándo hemos empezado a complicarnos tanto? ¿En qué momento hemos dejado de soñar como niños para vivir como adultos alienados?

Puede que una de las razones sea que el mundo “gira muy deprisa” (aunque vaya a la misma velocidad que siempre), o que cada vez asumimos más responsabilidades, o que simplemente estamos tan centrados en conseguir nuestros objetivos (ese listado interminable de aspiraciones que nos marcamos para creernos alguien) que no nos damos cuenta de todo lo que nos estamos perdiendo.

Había épocas en las que escribía poesía, puede que coincidiera con un enamoramiento (así de típica soy). Pero si sentía, escribía; así de fácil. Ahora no escribo nada y no sé cuándo dejé de hacerlo exactamente, pero de lo que sí estoy segura es de la razón principal: estamos tan ocupados en sobrevivir que hemos dejado de vivir. Podríamos preguntarnos dónde se ha metido el tiempo que este maldito virus nos ha robado este último año, pero ¿y el tiempo que ya perdíamos anterior a la pandemia?, porque la frase “no me da la vida” la escuchaba a diario desde antes de que el mundo parase en seco. Nos hemos confeccionado la falsa idea de que durante el confinamiento nos dedicamos mucho tiempo a nosotros mismos, porque llenamos nuestro día a día de hobbies y entretenimientos que normalmente no tenemos hueco ni lugar para hacerlos y que nos ayudaban a pasar el mal trago de estar encerrados. Y a mucha gente le gustó ese tiempo (obviando lo evidente), pero el mundo ha vuelto poco a poco a su marcha habitual y hemos dejado de dedicarnos espacio a esas tareas que nos despertaban los sentidos y nos hacían felices; y esto no debería ser así, no tendría que llegar otro confinamiento total para obligarnos a parar y volver a ver pasar el tiempo.

Sé que esto es muy bonito decirlo cuando no se tienen responsabilidades: hijos, hipotecas, empleos denigrantes pero necesarios para subsistir, etc. Pero que no las tenga, no significa que no sea consciente de ellas. Por eso mismo, creo que ayudaría mucho que todo el mundo sacara medio día a la semana para dedicar TIEMPO AL TIEMPO — me encanta esta expresión que sirve para todo-. Y es que cuando tenemos tiempo para pensar en el mundo en el que vivimos, en nuestros seres queridos, en nosotros mismos y en la vida y escuchamos esos pensamientos que día a día no dejamos salir por ir corriendo a todos lados, nos damos cuenta de que vivimos muy deprisa y sin sensaciones o emociones reales que nos hagan sentir verdaderamente vivos. No sé si hay un concepto de FELICIDAD universal, pero para mí se parecería mucho a un mundo en el que cada persona tuviese tiempo de pensar y expandir su espíritu, y si es rodeado del silencioso ruido de la naturaleza, mejor.

Puede que esa sea la razón principal por la que ya no escriba: porque no le dedico tiempo; y no es porque no lo tenga, porque el tiempo se saca de donde sea si esa causa es tu prioridad, sino porque no le doy el valor que merece. Hemos ocupado nuestro día a día de tareas que no nos hacen sentir y nos creemos que estamos viviendo con toda plenitud. Y de repente, tengo unos días de vacaciones, ya he hecho todas las tareas que llevaba procrastinando meses, y tengo tiempo de pensar… de sentir… qué casualidad que lo que me pide el cuerpo inmediatamente después es escribir.

Una última reflexión: los antiguos griegos y romanos tenían como única ocupación pensar y pensar en el porqué de las cosas. Se cuestionaban el mundo en el que vivían continuamente. Después escribían sus pensamientos y esos pensamientos filósofos de nuestros antepasados son los que han hecho avanzar a la sociedad, llegar hasta aquí, despertar al mundo. Por favor, dejemos de poner excusas, ¡vamos a despertarnos, a dedicar tiempo a pensar, a sentir, a tener emociones, a escribirlas y como consecuencia de todo ello: a VIVIR!

PD: Gracias, Sara Escribano, por publicar hoy y despertarme del letargo.

--

--