Despejar la neblina
Me pregunto por qué últimamente es tan difícil que haga un día de sol completamente despejado. Si os fijáis, hace sol muchos días, sí, pero siempre hay como un manto de nubes formando una especie de neblina que no te deja ver el azul del cielo. Puede que se deba a la contaminación o a los fenómenos atmosféricos tan raros que se están dando de un tiempo a esta parte debido al cambio climático… pero yo prefiero darle una explicación más poética.
Me gusta pensar que si el cielo no está completamente despejado es por empatizar con la nubosidad de nuestras mentes. Y es que cada vez me encuentro con más gente completamente perdida en el mundo, sin saber a dónde ir — aunque sepan de sobra el lugar donde están -, porque no me refiero a una desubicación espacial o temporal; sino mental, vocacional y vivencial. Nadie sabe a dónde va o qué hacer con su vida, si le gusta su trabajo o se ha acomodado en él por conformismo, si tiene ilusiones u objetivos claros que le hagan levantarse cada día. Tengo muchos amigos yendo al psicólogo, buscando ayuda, porque no pueden soportar el peso de estas preguntas, y es totalmente normal.
Esta pandemia nos ha dejado sin rumbo y sin timón para tomar las riendas de nuestras vidas, sin opciones. No navegamos, simplemente flotamos a la deriva en un mar tan espeso como nosotros. Antes del virus ya nos pasaba al terminar los estudios y tener que elegir profesión, al finalizarla y no encontrar trabajo, al pasar por un momento crucial de nuestra vida que nos trastocara toda nuestra existencia. Pero eran momentos y personas puntuales, nunca antes había visto a tanta gente perdida a la vez.
Ojalá poco a poco se despeje el cielo y todos encontremos esa estrella que guía a los marineros en alta mar cuando no se fían ni de sus brújulas.
Yo mientras seguiré escuchando a Estopa, que siempre tiene una letra con la que identificarnos:
“Porque ya no vivo siempre pendiente de tu pelo,
que siempre había nublado el cielo…
porque ya no escribo ni cuando puedo ni cuando quiero,
porque ya no soy el primero…”.